El 22 de septiembre del 2022, estaba preocupada porque no sentía mucho movimiento de Abby, fuimos a urgencias donde corroboraron el latido e hicieron otro ultrasonido. La acumulación de fluído había aumentado, ahora se podía ver en el abdomen, la cabeza y en menor nivel alrededor de su corazón. Tres condiciones características de hidropesía fetal no inmune, lo cual indica que Abby ya sufría insuficiencia cardíaca. La hidropesía fetal es letal en la mayoría de los casos (90%). Ese día en emergencias fue cuando en realidad entendimos la gravedad de la condición de Abby. La doctora de turno nos dijo esa noche que lo lamentaba mucho.
¿Qué se supone que hiciéramos ahora? ¿Esperar y dejar a nuestra preciosa pequeña hija morir? Después de que llegamos a la casa esa misma noche, le dijimos a nuestra bebé que sabíamos que ella era fuerte y que la amábamos muchísimo, pero que si todo esto era mucho para ella podía irse en paz y que nosotros lo entenderíamos.
Al día siguiente nos volvieron a evaluar, preguntamos si había algo que se pudiera hacer para evitar la acumulación de fluidos y poder darle más tiempo, pero nos dijeron que no había nada que ellos pudieran hacer en útero y que a sus 25 semanas, Abby no sobreviviría fuera, un trasplante aún no era una opción por el tamaño de su corazón. Había que llegar al menos a las 32 semanas para que pudieran hacer algo por ella, pero a Abby le pronosticaron dos semanas más de vida. Los doctores se disculparon porque no creían que pudiéramos llevarnos una bebé a casa después de dar a luz. Las citas de monitoreo serían semanales a partir de ese momento.
Les contamos a nuestras familias de lo sucedido y empezamos a hacer planes para que ellos pudiesen venir a conocer a Abby.
Volvimos a casa devastados, con el corazón roto y una incertidumbre enorme de cómo serían las cosas a partir de ese momento. Sentía mucha angustia al no poder sentir los movimientos de Abby porque pensaba que podría estar muerta. Pero decidimos que si a Abby le quedaba poco tiempo, había que hacerlo valer.
Ese mismo fin de semana (23 de septiembre), nos llevamos a Abby a nadar en una piscina por primera vez y a ver globos aerostáticos, con la esperanza de poder subirnos a uno, pero sólo era una exposición y no lo logramos. Igual disfrutamos mucho del paseo y la experiencia.
El 26 de septiembre, durante nuestro sétimo aniversario de bodas, se me ocurrió que podíamos ir a un lugar privado de ultrasonidos 3D para ver la carita de nuestra bebé. En ninguna cita previa nos habían ofrecido esa oportunidad. Ya estaba cansada de escuchar sobre los defectos del corazón de Abby, y quería conocer su carita perfecta. Decidimos escribir a “Baby Meets World” y nos dieron la cita ese mismo día a las 5 pm. Abby tenía su carita escondida en la placenta y no pudimos tomarle fotos. Nos dijeron que volviéramos el viernes 30 de octubre y no nos cobraron por la cita. Volvimos contentos a casa porque pudimos ver a su corazón latir (130 lpm).
Dos días después, el 28 de septiembre, tuvimos una cita normal de control prenatal, donde nos permitieron escuchar su corazoncito latir por segunda vez esa semana (145 lpm). Volvimos contentos a casa, porque nuestra bebé seguía con nosotros.
La siguiente cita de control semanal para observar la condición de Abby por ultrasonido fue el viernes 30 de septiembre a las 2 pm. Empezamos el ultrasonido un poco nerviosos porque no sabíamos qué esperar, aunque había sentido movimientos de Abby esa mañana y el día anterior. Cuando la técnico empezó el ultrasonido, no veíamos su corazón latir. Inmediatamente Sergio se levantó y me dió la mano. La técnico empezó a medir cosas en la placenta y yo le pregunté si podía enfocarse en encontrar el corazón dado que no podíamos ver los latidos que claramente se podían observar en ocasiones anteriores. Ella lo buscó y nos dió el pésame. Nos preguntó si queríamos una última foto y la imprimió. El corazoncito de Abby no resistió y así nos enteramos que nuestra bebé ya no estaba con nosotros. Yo entré en shock y empecé a hiperventilar porque ella confirmó lo que vimos desde el inicio del ultrasonido. Sergio me abrazó y empezamos a llorar.
Nos llevaron a otro cuarto en donde la doctora nos explicó qué seguía. Podíamos ir a casa y volver al día siguiente más preparados o inducir el parto ese mismo día. Decidimos que no íbamos a esperar a que el cuerpo de Abby se deteriorara en el vientre antes de traerla al mundo. Ese mismo día nos admitieron en el hospital para dar a luz a nuestra bebé. Le pedí a Sergio que trajera algunas cosas de Abby de casa mientras esperábamos que el proceso de inducción hiciera efecto. Mientras Sergio no estaba, empecé a reflexionar sobre la vida de Abby y pensé que de una u otra forma los problemas de fertilidad nos habían vencido nuevamente.
Fue el día más triste de nuestras vidas, pero al mismo tiempo sabíamos que estábamos listos para conocerla.