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Inducción

Historia - Parte de una serie
Parte 7: Esta página

No recuerdo caminar del ultrasonido al pabellón de maternidad. Estaba en estado de shock y negación, no podía creer que las cosas se pusieran tan mal tan rápidamente. Ya no sabía lo que sentía.

En el cuarto del pabellón de maternidad, nos recibió una enfermera llamada Rachel. Ella fué una persona clave en toda esta experiencia, nos ofreció palabras de apoyo y trajo opciones de ropita, gorritos, mantas, pañales, peluches y libros para nuestra pequeña. Elegimos muchas cositas para Abby, y entre las opciones estaba un vestidito blanco que ella llevaría puesto en su funeral. No podemos describir lo que sentimos al tener que pensar en un funeral, cuando Abby no había nacido aún, pero al menos teníamos control sobre estas decisiones.

El proceso de inducción inició a las 5:30 pm del 30 de septiembre del 2022. Los primeros medicamentos para dilatar empezaron a hacer efecto y llegaron las primeras contracciones. Cada seis horas los doctores o enfermeras monitoreaban la dilatación. En el primer control, sólo había dilatado un centímetro y había mucho camino aún por recorrer. Los doctores decidieron incrementar la dosis.

Durante esa primera noche escuché el ruido de otros cuartos con otras madres dando a luz y al finalizar, el llanto de sus bebés. Pero sabía que esa no sería nuestra experiencia.

Después de un día en el hospital, tenía fiebre ligera (38.6 °C), la tensión alta y se habían hinchado mis pies, pero la dilatación seguía igual. Los doctores decidieron incrementar la dosis de nuevo y eso me hizo sentir un poco más incómoda con el dolor. Hasta ese momento había estado sin medicamentos, excepto por paracetamol para bajar la fiebre y unas bolsas calientes para aliviar el dolor de vientre.

A las 8:48 pm pedí algo que me ayudara a manejar el dolor antes de que se hiciera aún más fuerte, pero no quería que fuera la epidural. Poco después, aproximadamente a las 9:10 pm, rompí fuente con 4 centímetros de dilatación y me di cuenta de que Abby ya casi venía. Los dolores de cada contracción se hicieron más intensos y el medicamento perdió todo su efecto. A las 10:27 pm la dilatación estaba completa y sentía la necesidad de pujar. Llamaron al doctor y a las 10:59 pm Abby ya estaba con nosotros, pesando 930 gramos y midiendo 34 centímetros. Inmediatamente después del nacimiento de Abby, me sentí bien físicamente, pero emocionalmente estaba devastada.

A diferencia de otros cuartos del pabellón de maternidad, el nuestro estaba en silencio y tenía una foto pegada en la puerta de una hoja con una gota de agua, señalando nuestro dolor.

Duelo
Duelo

Una vez que pudimos sostener a Abby en nuestros brazos, nos sentimos completos. Pero notamos la fragilidad de su cuerpo y nos daba mucho miedo lastimarla. Vimos sus facciones, sus pequeñas manos y contamos todos los dedos de sus manos y de sus pies. Abby es perfecta.

Familia
Familia

Queríamos bañarla, pero nos daba miedo lastimarla. Preguntamos si podían contactar a Rachel para que nos ayudara. Ella ya no estaba en el hospital, pero aún así atendió la llamada y volvió por nosotros. Bañó y vistió a Abby por primera vez, por lo cual le estaremos siempre agradecidos. También nos recomendó un baño en agua salina para ayudar a la piel frágil de Abby y nos indicó que otra enfermera llegaría para ayudarnos a hacer recuerdos, tomar fotos y una impresión de sus huellas.

Esa noche nos dedicamos completamente a estar con Abby, abrazarla, besarla, cantarle, leerle libros y verla de arriba abajo para no olvidar ningún detalle. Sabíamos que era importante aprovechar todo el tiempo que pudiéramos con ella, porque sería el único. Abby tiene la nariz, la barbilla y los piecitos de su mamá, pero las cejas de su papá. Construimos los más bonitos recuerdos de nuestra hermosa hija mientras la tuvimos en brazos, pero sabíamos que pronto habría que dejarla ir. Durante ese momento, éramos solo nosotros tres y aunque nuestro cuarto estaba en silencio, nuestro amor por Abby se podía sentir.

Nunca vamos a olvidar el olor de su pequeño cuerpo ni su carita. A pesar de que físicamente estuvo muy poco tiempo con nosotros, la tendremos siempre en el corazón. Abby siempre va a ser nuestra hija y nosotros siempre seremos sus papás.

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