No hay mejor actriz que una “madre en duelo”.
Ni siquiera habĂa escuchado esa palabra antes de que muriera mi hijo, y aquĂ está, la palabra con la que me identifico a diario. Estoy -estamos- “privados de un ser querido por una profunda ausencia”, segĂşn la definiciĂłn de Google.
Sin embargo, nunca lo sabrĂas cuando me miras.
FĂsicamente, llevo las cicatrices de una madre. Tengo estrĂas grabadas en mi piel, pero incluso si alguien pasando notara eso, la verdad de lo que sucediĂł no serĂa visible.
Para cualquiera, solo soy una mujer más. La esposa de alguien, la hija de alguien, la hermana de alguien. Pero soy mucho más que eso, incluso si no lo demuestro.
- Soy una madre desconsolada.
- Soy una mujer que sostiene a su bebé en silencio en su corazón en lugar de notoriamente en sus brazos.
- Soy la mujer de la compra, que evita a toda costa el pasillo de bebĂ©s y tiene que contener las lágrimas cuando coloca su bolso en el asiento del carrito donde se supone que irĂa el bebĂ©.
- Soy la mujer que escucha con el corazón roto cada linda anécdota que le cuenta su amiga sobre su nuevo bebé.
- Soy la esposa que compra una prueba de embarazo todos los meses, esperando y rezando para que sea positiva.
- Soy la mujer que ya no tiene su inocencia. La mujer que teme lo “imposible” y es parte viva de la estadĂstica, una de ese 2 por ciento de posibilidades.
- Yo soy ese cuento con moraleja. Nadie quiere que les pase lo que nos pasĂł a nosotros.
- TambiĂ©n soy la mujer a la que le dicen lo fuerte que es, lo increĂble que es su voluntad de seguir adelante, cuando en realidad soy un caso perdido. Arriba un minuto, abajo el otro.
- Soy todo eso y más. Pero cuando me ves, no tienes ni idea.
Nadie se da cuenta. Soy un maestro del disfraz, fingiendo mi antiguo yo. El yo de antes. Nosotras, como madres en duelo, vestimos el manto de la normalidad, pero la verdad es que somos cualquier cosa menos normales.
No es normal sostener el cuerpo frĂo y muerto de tu bebĂ© en tus brazos. Y no es normal bajar un pequeño ataĂşd a la tierra oscura y frĂa. Pero lo hice. Y probablemente tĂş tambiĂ©n.
Y aunque puedas mantener tu dolor oculto en un intento de control o aparentar normalidad, todavĂa está en tu corazĂłn por siempre. No estás sola, y tienes más hermanas en esta “sociedad de mamás en duelo” de las que jamás sabrás.
Usamos la máscara juntas, y solo los afortunados pueden ver quiĂ©nes somos realmente. QuiĂ©nes son realmente nuestros bebĂ©s. Ninguna de nosotras es la misma persona despuĂ©s de esto. Pero aprenderás a quitarte esa máscara un poco más cada dĂa, hasta que el mundo y todos los que te rodean puedan conocer tu historia, y el camuflaje desaparezca de tu rostro.
Hasta que llegue ese dĂa, luce tu disfraz con orgullo, hermana.
– Masters of Disguise (parte de Three Minus One: Stories of Parents’ Love and Loss) por Gabriela Ibarra Kotara – TraducciĂłn de la versiĂłn original en inglĂ©s